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jueves, 5 de abril de 2012

EXPEDICIÓN a la Baliza Chica ARG: 083

La Expedición a la BALIZA CHICA

ARG: 083



Bueno, bueno resulta que con la emoción casi me olvido de hacer una raconto de todo lo maravilloso que pasó en esta salida.
Resulta que durante todos estos días otros prolegómenos
Me han mantenido ocupado y solo el alerta dado por nuestro amigo, y responsable de la imagen digital del grupo Beto LU7HA; me hizo poner las manos en movimiento. Contas tantas cosas y esto lo dejas de lado, dijo casi acusador.
Todo inició hace unos meses, allá por el mes de marzo ppdo. Una noche, casi sin quererlo di con otro amigo LU8DRA Abel, con quién hablamos sobre su participación en la activación de los faros y la mía. Con Abel, contamos historias nos reímos con las anécdotas y soñamos un rato. Luego nos fuimos a dormir plácidamente.
Al otro día mientras desayunaba, se me prendió la lamparita y me dije. Que tal si vamos a un faro en agosto y le decimos al Abel, que es parte del grupo. Así que por la tarde le envié un mail para ponerle sobre aviso.
…Queridísimo Abel: bla, bla, bla, bla resulta que bla, bla y por eso, más bla. Me encantaría que gestiones tú la activación de un faro cerca de tu zona. Fin de los bla.


Como no podía ser de otro modo; a las horas un llamado por te. me puso al corriente que los preparativos estaban ya encaminados. Siguieron algunos mail y por último, meses de espera.
La cuestión fue que quedamos en ir a la Baliza Chica. Dato no menor, dado que para lograrlos entre otras cosas, había que acceder a la autorización de varias personas, algunas de ellas en los estamentos militares navales de nuestra patria. Acordamos entonces, que no diríamos nada, para que no se alborote el grupo, que para ese momento, estaba trabajando el 2º Certificado Gigante Fierros Cordobeses.
Siguieron pasando los meses y se aproximaba el gran día. En el encuentro realizado en La Falda, con los ganadores del concurso, dimos la sorpresa. Como habrá sido la conmoción, que varios ya se sumaron. Así arrancó la cosa y por ende siguió.
Nos separaban poco más de diez días desde la despedida en La Falda, hasta la llegada a la baliza. Todo era desafío y organización.
Abel, siempre atento, accedió a coordinar todos los esfuerzos para la activación, dado que yo seguía tapado con cosas propias del grupo y los certificados.
El mail, los llamados por te., el uso del Skype, todo sirvió para poder arreglar las cosas e ir tranquilos.
La primera gran noticia, fue que se sumaba Juan LU7DJH, Laura LU6DAI, Roberto LU7HBL y su primo, un muchacho que es radioaficionado pero con poca experiencia (dijo su primo como atajando el malón que preguntaba) Se trata de Gustavo LU3HGA. También LU8DRA y yo. Por lo menos teníamos un equipo.
Pronto, cada uno puso lo que tenía para organizar y bajo la tutela de Abel, fuimos acopiando al menos por la web, todos los elementos. Estaban la autorizaciones, los pases, las carpas el lugar, todo prolijito y con tiempo.
Roberto me llama el fin de semana anterior y me dice algo que ya presagiaba el éxito del viaje.
…Viejito (sabe que me revienta esa modalidad)… que te parece si nosotros desde Marcos Juárez (su ciudad) salimos el miércoles a la noche. Viajamos tranquilos, llegamos el jueves, le damos una mano al Abel y vemos de tener todo listo para ir el viernes hasta la baliza.
Pucha dije, que interesante es la cosa. Pero tenemos un drama. ¿Dónde hemos de dormir esa noche del jueves? Así que le llamé a Abel, para consultarlo.
No te hagas drama. Ya tenía pensado y preparado todo (dijo sin aspaviento). Resulta que está disponible la casa de mi padre, así que solo vengan. Lo otro está.
Ni que decir que salimos como acordamos con Roberto el mismo miércoles. Por lo que yo me tuve que ir desde La Falda el martes a la noche en un Urquiza. Digan que soy chofer y algunos colegas me conocen, así que nadie objetó el volumen y peso de los equipajes. Claro que me costó $ 10.- de propina para el maletero zonal, porque me miró y me preguntó si creía que era un “Negro Africano”. No que va… dije sacando la platita. ¿Qué Africano?
¿No sos de La Falda acaso?
Llegué a Marcos Juárez a la 01:30 de la madrugada. En el parador estaba Roberto con su auto esperando. Me llevó a su casa y mientras tomamos un café acordamos como nos organizaríamos para el día que ya estaba próximo. Vos…!!! Dijo Roberto estás en tu casa. Mañana haces la comida al mediodía. Te vas al laboratorio (el garage bahhhh) y sacas todo lo que hace falta. Pero… no te olvides de la comida!!!
Bueno, demás está decir que me levanté cerca de las 08:30 tome unos mates, comencé a acopiar las cosas y obviamente preparé el almuerzo. Comimos un suculento guiso de fideos.
Para la última hora de la tarde, nos fuimos hasta el súper y compramos algunas vituallas que nos harían falta en la expedición. Pocas, lo más importante, sería adquirido en Punta Alta.










Faltaba poco menos de cinco minutos para las 20:00 hs. Cuando llegó el llamado por radio de Gustavo. Estaba ya en camino y listo para que al llegar carguemos las cosas que teníamos previstas. A eso de las 20:10 arribó rebosante de felicidad y con una sonrisa propia de niño con juguete nuevo. Ni bien se bajó de la chata, me agarró del brazo y llevándome dentro me hizo una pregunta que no hacía más que denotar el tipo de persona que él era.
Mira, dijo en un tono amistoso pero a la vez casi vergonzoso. Yo estoy todo el día de bombachas (de gaucho claro) y así me siento cómodo y feliz. ¿Te parece mal que vaya así vestido? Porque no quiero que el grupo se afecte por algo que yo haga.
Vos estás de la nuca, dije casi sin salir del asombro. Que problema tiene que vayas así vestido. Mientras me agachaba sobre mi bolso y le mostraba que en el había una prenda idéntica a la que Gustavo lucía. Sucede que yo soy medio…rarito viste?? Así que como me gusta estar tranquilo con la ropa, la llevo para el viaje de vuelta. Ahora me voy con esto (mostrándole el arruinado pantalón que lucía) que es de batalla así no me hago dramas por el roce o las manchas que puedan ocurrir en el viaje. Vos anda cómodo y como quieras. El grupo es un núcleo de amigos que hacen radio, no criticamos la indumentaria.
Cargadas que fueron las cosas; y luego de esperar a mi hermano Roberto que se bañara (parece que la adorable esposa no lo dejaba irse así nomás); nos despedimos de sus hijos, uno de ellos con cara triste porque le hubiera encantado acompañarnos ya que es parte del equipo Martín LU5HML, del presidente del Radio Club Marcos Juárez y de Bety la esposa.
Llevo manejando unos 34 años de mi vida, así que al momento de salir me di cuenta la calidad no solo de persona, sino de chofer que era Gustavo. Por eso y sin miramientos, me quedé tranquilo y con intenciones de dormir un rato; más tarde. Eran entonces las 21:15 del día miércoles 12 de agosto de 2009.
El viaje fue placentero y tranquilo. La ruta estaba totalmente despejada y quienes viajaban por ella, lo hacían con prudencia y decoro. Gustavo, mientras escuchaba la charla de Roberto se percataba el tipo de gente que iríamos a encontrar. Yo, en cambio, renegaba en el asiento posterior para poder dormir un rato y acomodar mi maltrecha espalda en el lugar que mis dos amigos habían dejado libre luego del acomodo.
¡A la vuelta no me agarran! ¡Yo acomodo todo solito! Y ellos que ceben mate. Pensé a la vez que manoteaba una porción de pizza que la adorable Bety nos había preparado. Como se ve que la chica es LU (LU4FRB), porque conoce todos los requisitos para un buen viaje. Lo cierto es que en ese lapso de tiempo, no puede pegar un ojo. Mi inefable amigo Roberto hablaba y hablaba (tanto que no pude poner bocado) del grupo, de la expedición, de su alegría y que se yo de cuantas cosas más. Estaba realmente desaforado y con una alegría que contagiaba a quienes le acompañábamos en el viaje.
Ya entrada la madrugada logré, luego de unos mates, conciliar el sueño por unos minutos. Primero traté de que si me hablaban no responder, así no me enganchaban, luego encontré de lugar justo y me acomodé.
Solo habían transcurrido algunos minutos cuando Gustavo sentenció que pararía para bajáramos al baño, cargáramos agua caliente y; obviamente para distendernos un poco. La tarea solo demandó unos 15 minutos, por lo que rápidamente salimos otra vez a la ruta. Viendo mi cara de dolor y los ojos lagañosos por no dormir, Roberto me pidió que pasare adelante para que le de charla a Gustavo mientras él, dormía.
Me acomodé lo mejor que pude y entable una pequeña e inconclusa charla. Creo que a solo unos kilómetros ya roncaba de lo lindo; porque entre sueños escuché que los compañeros de viaje, reían.
No se cuanto tiempo pasó desde la dormitada hasta que en CASBAS, nos detuvo la Policía Bonaerense. Era un control de rutina; pero llamaba mucho la atención que tres individuos con una chata re cargada de cachivaches deambularan solos por la ruta 33 a esa hora. Nos trataron amigablemente y con respeto. Mucho más cuando al consultar sobre nuestro destino; les dijimos la razón del viaje. Aprovechamos la oportunidad para hacer unos cuantos “pis” y cargamos combustible. A los pocos minutos, ya estábamos nuevamente en camino.
El sueño pudo ahora con dos de los viajeros (menos mal) así que tanto Roberto como yo nos entregamos a los brazos de Morfeo. Mientras tanto Gustavo marchaba firme, seguro y totalmente despierto.
Según me critican, pasó algo así como dos horas, hasta que me desperté por las exclamaciones de Roberto. Se hallaba llamando por las repetidoras locales a ver quién nos escuchaba y respondía. Bahía Blanca se encontraba a uno 48 km. Y Punta Alta, a solo 70.
Con los datos precisos que Abel nos había facilitado; no me fue difícil hallar su hermosa morada. Pero el horario se nos antojó imprudente (vaya a saber que hacía en esos momentos el amigo) así que nos apoltronamos en las butacas, para dormir estacionados en la placita cercana.
Como un reloj Suizo, los esfínteres me avisaron que debía buscar un arbolito; así como hace mi perro Facundo. Me baje sigilosamente y busque en las cercanías. El resplandor desde el Este, avisaba a voces que Febo estaba preparando su aparición; así que decidido me dedique a husmear por allí. Cuando volví a la camioneta, mis camaradas estaban ya despabilados y por la repetidora se oía un chasquido de PTT. Solo segundos después, salio Abel (LU8DRA). Quién nos estaba esperando y que casi no había dormido (¡No preguntamos la causa!). Como para tranquilizarlo, le espeté que estábamos en la puerta, así que calentara el agua. El se asomó y vio que no era verdad. Creyó que nos habíamos equivocado con un vecino y salió raudo a buscarnos. Para ese entonces, nosotros iniciábamos la marcha y se desesperó al vernos girar hacia otro lado. Tal era la desesperación del hermano, que corrió valerosamente handy mano, gritando para que aguardásemos. Tan sacado estaba, que aterrizó extremadamente mal en las lozas de la vereda; provocando un espectacular y risorio revolcón.
Cuando nos alcanzó, nos adelantó antes de preguntar nosotros; que esa era la manera de recibir a sus hermanos amigos??? (glup…). Un verdadero formalismo.
Entramos al comedor y ya se sabía que el señor se iría de expedición. Menos el asado, todo estaba ahí esperando ser cargado. Puso a calentar el agua para el mate, a la vez que con una larga lista iniciaba el chequeo de los materiales dispuestos.
Solo tres minutos más tarde, llegó nuestra amiga Laura (LU6DAI). Bajó la escalera cual Mirtha Legrand. Su sonrisa nos hizo aún más confortable la llegada. Rompió en besos y abrazos para con nosotros y aprontó un riquísimo café con leche y alfajorcitos de maicena.
Estuve tentado a preguntarle en confianza, cual era la razón de que su hermosa cabellera azabache (como los ojos de Platero) estuviera mojada. Siendo que no había llovido esa noche. Roberto, atento a mis suspicacias me dijo por lo bajo. Pasa que vos no sos casado… uno cuando se va de viaje… viste? Ahhhh!!! Claro, dije atónito (aún no he entendido).
Que bueno estaban los alfajorcitos!!! Y eso que MI amiga había preparado galletitas de salvado y gluten para mi régimen. Toda una atención. ¡Pobre de ella!
Habíamos dado cuenta del desayuno cuando se abrió una puerta y salió por ella una cosita hermosa. Nos miraba con ojos grandes y una sonrisa cálida y pícara a la vez. Hola dijo (bueno, la mamá dijo ¡cheeee!) soy Agustín. Resultó que venía a ser el nieto menor de nuestros amigos Laura y Abel. Su mamá Anabella, nos saludó también cálidamente dando la bienvenida en representación de ambos.
Laura, en ese momento, salio disparada a la cocina. Parecía que algo se quemaba. No habían pasado tres segundos y volvió con un repasador inmenso. Gustavo, Roberto y yo, nos miramos como criticando el descuido de haber volcado algo. Pero no, no era para nosotros. Se lo colocó a Abel en torno al cuello y nos explicó que era para que la “baba” no manchase la ropa para la expedición. ¡Toma para vos!
Luego de una larga risotada y las lágrimas aflorando en los ojos por la chanza; se me ocurrió, además de comer otro alfajorcito, pedirle a Anabella que me prestase a su precioso hijo. Ella sonriente me lo pasó y el muy pancho estudió al gordo personaje. Todos apostaron al puchero, pero el tío Héctor a la felicidad. Largo rato pasó Agustín a upa mía; hasta que su mamá le comunicó que estaba la MEMA. Cuando lo llevaba a la cocina, el niño aún escudriñaba a los visitantes para ver que hacían con el abuelo.
Abel pronto sentenció que bajáramos las cosas de la chata, dejando esta libre para ir al centro y continuar con las tareas previstas. Acordamos hacerle caso y manoteando los alfajorcitos que restaban, salimos al soleado día.
Tan pronto como habíamos bajado todo, partimos para el centro. Allí luego de un trámite de rutina, encaramos a la Base Naval de Puerto Belgrano. Abel no explicó que íbamos a la Baliza Chica, porque los muchachos de infantería nos esperaban.
Luego de la acreditaciones de rigor, entramos a los feudos militares y desandamos los casi 8 km. que separan la puerta con el asentamiento del Batallón de Infantería de Marina “Baterías” Allí nos recibió el Cabo Principal Miguele, quién nos presentó a su superior. El Capitán salió presto a la bienvenida y nos aclaro de antemano, que todo lo que necesitásemos o quisiéramos, se lo hagamos saber. Encomendó a su subalterno que nos acompañara hasta la locación de la baliza y arreglara con nos, sobre los particulares respectivos.
Diligentemente el Cabo Principal nos dio directivas y salimos tras él rumbo a la zona cercana al mar. Anduvimos otros 9 km. creo, hasta que llegamos a una tranquera; la cual nos aclaró, mañana estará abierta para Uds. Cruzamos la misma y caminando unos trescientos metros, arribamos a la zona medanosa donde por primera vez, divisamos el mar.
Abel nos había adelantado que para él, la llegada al mismo pié de la señal luminosa; no sería factible. El camino estaba en mal estado y la arena muy suelta. Ni bien hicimos unos cien metros por la fina arena, nuestras piernas se enterraron hasta el tobillo. La Baliza Chica estaba a solo 486 metros de nosotros; pero se nos antojaba inalcanzable. El Cabo Ppal. Miguele, pronto nos aclaró que si queríamos un camión pesado o un jeep de la fuerza, lo traía así podíamos llegar a ella. Nos miramos con nuestro líder y concebimos la idea de que eso no era realmente necesario. De todos modos la distancia era la permitida y el alcance visual, superaba lo reglamentado por las normas de las activaciones de faros.
Siguiendo las sugerencias del infante, accedimos a instalar el campamento al reparo de una vieja construcción en la que existía, otrora, una guardia avanzada.
Se nos explicó que mañana a las 0800 (las ocho bahh!!) un destacamento a su mando erigiría las carpas y todo lo necesario para el cómodo y seguro campamento. Dicho esto, nos volvimos a la base.
Acordamos según lo hablado por Abel con la superioridad que a las 10:00 hs. Ingresaríamos al predio y nos instalaríamos para el pernocte y la transmisión. Saludamos, agradecimos y nos volvimos a la casa de nuestro amigo, coordinador y líder de la expedición a la Baliza Chica.
No habíamos pasado el último control, cuando un atronador llamado radial nos alertó. Abel gritó “zafarrancho” y supusimos que un golpe de estado se avecinaba. Él tenía la experiencia dado que toda su vida se desempeñó en nuestra gloriosa Armada Argentina. Yo miraba por las ventanas a la vez que maldecía no haber traído el casco. Gustavo se lamentaba por la chata si caían las bombas y Roberto solo dijo ¡Epa! ¿Qué pasa con la Almirante? Recién ahí nos dimos cuenta que la llamada provenía de LU6DAI y que Laura nos hacia saber que las “milangas” estaban listas en la mesa.
Solo dijo eso. Su voz no era de esas que se pueden contradecir. Además, según Roberto era LA ALMIRANTE. Solo luego de un rato preguntó con su típica voz sensual ¿Qué alguien le pregunte a Héctor si puede comer puré? ¿O le hago un zapallito hervido? Andaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!
Llegamos a la casa, nos higienizamos y luego de darle un besote a Agustín que ya había probado el almuerzo, comimos entre verdaderos amigos.
Obviamente había yo pedido perdón y me olvide del régimen. Así que a punta de cuchillo pelee con mis secuaces y compañeros, para lograr una mila más.
Luego vino el postre, el café y la distendida charla. Más tarde, los mates y nuevamente el relevamiento de las cosas por llevar.
Juntos hicimos una larga lista de materiales y equipos, para presentar a las autoridades de la base, con la intención de poder volver a salir con ellos. Volvimos a tomar mate y luego nos fuimos en búsqueda de los mástiles de campaña. Uno de ellos provisto por el amigo y colega Gustavo Alfieri LU6DNT y el otro por el Radio Club Punta Alta LU6DG.
Con todo cargado, rumbeamos para el hiper, donde compraríamos las cosas del rancho ¿Cómo, no teníamos cuatro carpas militares? Dije a media voz, preocupado por tener que construir un rancho en la arena; pero nadie respondió nada.
Entramos muy campantes al mega mercado, y el líder nos llevó a la zona más importante. La vinería. Hagamos la cuenta dijo. Tenemos cinco comidas. Yo tomo un poquito, Juan (que aún no llegaba) casi no toma. ¿Vos tomas mucho? NOOOO, dijo Gustavo, yo casi nada espetó Roberto. Ah! Yo si tomo, dije como para no quedar muerto en la arena deshidratado.
Bien, que les parece si llevamos ocho botellas de ¾ hay un Michel Torino barato. Listo se escucho desde atrás de vacío carrito. Pese a que sabía que se prestaría a broma, metí un bocadito diciendo. ¿Llevamos unas sodas? Como se abalanzaron sobre mi, me apresure a explicar que era para los remedios. Ahhh, entonces carga dos!!!!
Gustavo distraído y errante, preguntó por la carnicería. Así que viajamos por la nave norte, hasta el bendito lugar y atacamos al vendedor. Queremos un asadito para los amigos, algo de costilla, algo de vacío, unos choris, un poco de matambre, un chorizo de luto (morcilla bahh!) y ahí nomás. El calvo hombretón, inició la faena con el corte de un costillar hermoso, 3,650 kgs. Dijo mirando al Abel. Cortó vacío y percibió que debía poner el otro pedazo, no ese. 2,720 dijo casi asustado. Unos chori por favor agregó Roberto, ¿Cuántos? Diez más o menos. Ah no se olvide la morcilla. Lleva poco de eso, atreví a decir,…es que tiene harina viste???
Seis kilos ochocientos ochenta gramos, sentenció el carnicero. Buen asado y lindo grupo. Son como doce no es cierto. NO, dijo Abel, somos nosotros y Juan, que aún no llegó. Cuando salíamos del sector escuché por lo bajo ¡Que ispa más generoso!
Ya casi teníamos todo, pero entonces nuestro líder cayó en cuenta de algo (claro, para eso es el líder) Che! No trajimos a Fernando. Yo creía que era el otro nieto de él, que quizá quería ir a los juegos o algo por el estilo.
No bola, dijo mi amigo. El Fernando, como dicen Uds. allá en Córdoba al Fernet. Ahh!!! Así pues si.
Un Branca y cinco litros de Coke. Bueno, bueno ahora creo que tenemos todo. Claro ya el bueno de Gustavo había traído el arroz que no se pasa y los pimientos. Roberto, místico si se quiere pregunto Che ¿llevamos unas galletitas? Laura hizo torta, fue la única respuesta.
Salimos el súper con varias cajas y botellas. Seguros de que contábamos con lo imprescindible al menos, para la expedición.
No nos habíamos sentado en la chata (la camioneta eh!) cuando rugió el VHF. Chicos, chicos, están las pizzas!!!!! Otra vez Laura nos malcriaba.
Llegamos al aposento de los Romero, y dimos cuenta de la inagotable cantidad de pizzas, tan finas como cinco de queso, que nuestra amiga había amasado. Departimos un rato, tomamos café y mate, más mate y terminamos la lista de cosas. Arreglamos para que a las 07:00 hs. Se tocara diana y cargásemos las cosas.
Nos fuimos a la casa del papá de Abel, que está totalmente deshabitada y a la venta. Cuando abrimos la puerta, el calor interior nos sobresaltó. Abel tenía la calefacción al mangaso, como decimos en la docta. Nos bañamos, charlamos un rato, tomamos otros mates y dormimos placenteramente.
Sobre la casita, debo decir que si no hubiere sabido el apellido de mi hermano/amigo Abel; les hubiere jugado a mis compinches una apuesta. Se parece más a la mansión Winchester, que a una modesta casa familiar. No es muy grande, como la mansión; pero tiene decenas de puertas por doquier. Claro que estas si van a un lado, al contrario de la majestuosa casa mencionada que solo el 2 % de las puertas conducen a otro lugar, el resto es para confundir los fantasmas de los muertos por las armas Winchester; que según la desafortunada viuda, venían en su búsqueda.
Dormimos a pata suelta varias horas, y a las 06:30 hs. Sonó el celular mío. Yo me quería afeitar, no sea que salga mal por radio!!!
Gustavo aprontó el mate y se hizo un tiempo para pasar por el WC al igual que su primo Roberto. Cuando todo estaba en orden, salimos rumbo a lo de Abel.
Al llegar, el amigo estaba mate en mano y con todo pronto para cargar. Nos hizo pasar porque Laura otra vez tenía el desayuno listo y posteriormente iniciamos el acomodamiento de las cosas.
Nuestro líder, había dejado a un lado varias cajas las cuales llevaría Juan cuando llegase desde baires. Yo husmee un poco y di conque las mismas contenían entre otras cosas; el vino. Eso me preocupaba, pero que podía decir. Donde manda capitán, no manda marinero.
Solo como al pasar y dado que quedaba lugar en la chata (ahora la había acomodado yoooooooo) dije como cantando… ¿Y si cargamos el vino? La respuesta contundente fue. NO, lo lleva Juan antes del mediodía.
Pero, pero… si pincha una goma, si le agarra un corte piquetero, si decide volverse porque extraña a sus hijos y a la adorable Paula (LU8EPA). Si tiene una contaminación interestelar y se muere en el camino, si lo llevan los platos voladores????
No, hazme caso, déjalo que lo lleva el JUANNNNNN!!!
Bueno…sniff, sniff, sniff
Laura nos despidió con gestos grandilocuentes; quizá porque nos quiere o quizá porque al fin les dejábamos solas a ella, a su hija y al precioso Agustín.
Mientras viajábamos a la base, hacía yo memoria de todo lo que cargué en la parte posterior de la chata. Esta esto, lo otro, la garrafa, los equipos, el disco, las antenas, las bolsas de dormir,… están los platos, la parrilla, los vasos, las tablas, también el salame y la bondiola. EL SALAME Y LA bondiola grite a toda voz casi como Plácido Domingo. Paren, paren, paren…
Gustavo clavó los frenos y me miro aturdido. Roberto preguntó ¿Qué te pasa viejito?
El salame y la bondiola dije, pálido y sin voz. Si está quédate tranquilo añadió Gustavo, yo los vi sobre el grupo y atrás del monitor. No no es eso, vocifere es que yo pregunto ¿con que vamos a comer eso? Eh!! Viejito puntualizó Roberto, con el pan que compramos ayer en el súper. No, ¿con que lo vamos a bajar por el garguero?
Ahhh!! Eso si que es un problema escuché decir a Gustavo a la vez que por radio le avisaba al jefe del craso error.
¿CÓMO? dijo el Abel. Sumario y baja al que no trajo el vino. Ejemm, ejemmmm, bueno, no importa lo lleva Juan!!!
Párate aquí señaló Roberto a un Gustavo que conducía frenético por las despobladas calles de Punta. Ahí hay un almacén.
Corriendo entró y corriendo salio, portando una botella y como dos kilos de pan.
¿Más pan, dijimos a dúo sus compañeros de viaje? ¿Qué? ¡Más pan radió Abel? Y el vinito.
Aquí está despreocúpese mi jefe. Misión cumplida.
Cuando eran las 10:10 hs. Del día viernes 14 de agosto de 2009, arribamos a la playa cercana a la Baliza Chica.
Tal como estaba previsto, el personal de la Infantería de Marina, ya tenía las carpas prestas a recibirnos y luchaba con los elementos naturales para erigir las dos destinadas a “transmisible”.
El equipo fiel a las normativas emanadas de la superioridad, inicio la descarga de la chata, que por designio del destino, estaba atorada con arena hasta el eje a unos cien metros de distancia. Gustavo venía bien, pero al llegar se empantanó. Yo le grite que colocara la 4X4 pero vergonzoso me dijo que el mando eléctrico no le respondía. Resulta que antes de salir vio la falla pero creyó que no sería imperioso su uso.
No te hagas drama Goti le gritó el Abel. Ahora la sacamos. Espera un rato que descarguemos.
Yo por las dudas en el primer viaje, arremetí contra el médano portando la caja con el salame, la bondiola y las bolsas de pan y vino.
Al rato y luego de 21 viajes en total, vaciamos la chata y los amigos infantes nos ayudaron a sacarla del atolladero. Dado que estaban de servicio, solo le convidamos Coca Cola. No va a hacer que les sancionen!!!!!
Para las 11:05 teníamos ya en el aire a la estación de 40 metros y Abel. Realizaba los primeros llamados. Continuamos empero, con la instalación de antenas y el acomodamiento del campamento. Hacía calor y las remeras salieron a relucir.
Cuando el reloj marcaba las 11:52 hs. La Almirante Laura dio un aviso que era esperado por todos. Juan estaba ya en su casa, contento y feliz de haber llegado bien. Se lavaría un poco, picaría algo y cuando ella terminara con las empanadas, nos llamaría para que le busquemos.
Mientras tanto y dado que no es su fuerte la electrónica, Gustavo se agenció del salame y la bondiola. Destapó el vinardo y brindó por su primera expedición y la incorporación al grupo. Se le reunieron Abel y Roberto, yo en cambio, lidiaba con un dipolo de 80 metros en lo alto del médano.
Cuando bajé deshidratado y famélico hasta el campamento, sector cocina, mi buen amigo Roberto esgrimió en su mano un vasito de vino y un sándwich. Te guardé un trago porque te quiero…! ¿Un trago solo? Dije sin entender. Bue, sucede viejito que es lo que estos dos te dejaron. Es lo que hay!!!! GLUP
Volvió a escucharse la voz de Laura que llamaba a la orden y Abel partió rumbo al pueblo en búsqueda de Juan.
Una hora y medio después, llegaron sonrientes y felices. Juan (LU7DJH) estaba desconocido. Se reía, nos abrazaba, repartía los saludos enviados por nuestra amiga Paula, etc. Yo, con un acento más prosaico le pregunté ¿Trajiste el vino? Más vale dijo mi otro hermano. Pero… che, me parece algo poco ¿viste?
Almorzamos empanadas como duques y charlamos de lo lindo un par de horas. Mientras tanto Abel concluía las instalaciones de digitales y yo, con el resto, armaba las estaciones de 20 y 80 metros.
Gustavo y Juan, conocedores de las necesidades propias de un LU; organizaron el dormitorio, las luces y volvieron a aprontar el mate. Al caer el sol, dos hermosas personas, inseparables y tan regocijadas como un niño ante juguetes; salieron a caminar. Roberto y Gustavo era la primera vez que visitaban el mar, no lo podían creer. Se fueron hasta la baliza y por sobre los médanos sacaron fotos de todo lo que encontraron.
AL regreso la cara de ambos, estaba distendida, armónica con la zona, feliz y por sobre todo apasionada.
Ya la noche llamaba a silencio cuando se escuchó un murmullo ensordecedor. Pronto me vi, atropellado por mis amigos. Che, gordito, deja un rato la radio y hazte la cena. Hace algo hace…!!
Yo, la cena, vos, como, la radio este, no, si bueno…
Llegué a la cocina y me encontré con el ayudante en jefe. Gustavo tenía un vasito de vino servido, y un sándwich preparado. Vos decime que necesitas y yo lo hago. Salud!!!
Charlamos un rato mientras calentaba el disco y cascaba una docena de huevos. En eso llegó Juan. ¡Que ruido che! Es imposible hablar. Salud!!!
En un santiamén preparé hamburguesas con huevo en sándwich coronadas con jamón y queso. El olor, cual moscas, trajo al resto del grupo. Nos acomodamos en la improvisada cocina y largamos. Luego llegó el café, más tarde los mates. Claro, ya nos habíamos acabado otras cuatro ¾ del buen Michel.
Con un tazón bien calentito de café, nos fuimos a las carpas a seguir con la radio. Manu (LU9ESD) un buen amigo, estaba ofuscado por la frecuencia. No podía creer que cenamos y tomamos. Él y su equipo en el Faro el Rincón, estaba a dieta macrobiótica. Nosotros tenemos diez litros de agua, sopas en sobre, mate y unas salchichas. Dijo casi llorando. La próxima vez voy con el ECO RADIO.
Mantuvimos las estaciones hasta las 02:30 hs de la madrugada. Luego se tocó silencio.
La noche parecía sacada de una novela. La luna y las estrellas se conjugaban en lo alto para acompañarnos, el mar con su suave susurro nos adormecía y hacía de nosotros seres extasiados, felices y agradecidos a Dios, al grupo y a los amigos.
Muchos compañeros del ECO RADIO se habían hecho presentes en la frecuencia para saludar, acompañar y para vigilar. Si, resulta que desde Punta Alta la Almirante Laura hacía escucha, so pretexto de preparar la comida de mañana. Desde la capi, Paula la Vicealmirante, preguntaba por su amor… solo porque los chicos querían oír al papi por radio ¡Andáaaaaa!. En el rincón sur del territorio cordobés, la Capitán de Fragata (Bety) rasguñaba las piedras, porque el pícaro de su marido la había dejado sin HF. Y como si fuera poco; también se olvidó el celular en la mesita de luz. ¡No me jodannnnnn! Pero como la amistad imperante en el grupo se imponía; Abel, Gustavo, Juan y yo, cedimos nuestros aparatitos para que la capitana controlase; perdón. Hablase con su amado Roby.
Doña Beba, la Capitán de Navío desde La Falda; hacía lo propio con su bebe, vale decir. YO. Y como si fuera poco; Lucía LU3EZH, Germán LU1MAR, Darío LU4MDC, Bernardo LU8BJS y otros integrantes de ECO RADIO como al pasar, se presentaban para ver si todo estaba bien.
A las 06:00 hs del sábado sonó mi celular. Me levanté y presuroso puse agua a calentar, me higienicé como para sacar las lagañas y rumbee hacia el generador. Toqué esto y lo otro, agarré la piolita y tire con fuerza. Algo se puso duro y mis dedos derechos alcanzaron a elongarse como los ojos de “la máscara”. Me dolía hasta la boca de la frenada que me pegó el equipo. Quise hacer otro intento y se me caía la mano, el brazo y el alma.
Prendí otra vez la linterna y busqué que podía llegar a ser el problema. Acaso este artilugio no me iba a ganar así porque si.
Dije una vieja frase en hebreo …kus shell a ima shell ja… y llorando salí para la carpa. No traduzco la frase por respeto a los niñitos. Sory!!!
Cuando daba la vuelta a la cocinita Abel, venía presuroso a ver que sucedía con tanto grito y lágrimas. Esta cosa de merd…. Dije al borde del nuevo llanto. No la puedo hacer girar.
Déjame ver. Mnn mmmm, si, mmmmmm, claro. Bueno, no se que le pasa.
Ah que bonito te queda. ¿Y ahora que hacemos? ¿Lo empujamos?
No, solo dale vuelta la manija de arriba, esta, señalo Gustavo que se había despertado por la avalancha de improperios y los gritos de dolor. Es que tiene un descompresor, ¿ves? Sino no lo moves. ¡Ah chocolate por la noticia!
Y se hizo la luz. A las 06:08 minutos las estaciones volvieron a recibir el límpido NOICE BLANC. No había ni el loro en la radio. No había!
Preparé dos café y mientras Abel hacía lo suyo en 40, yo arremetí en 80. Al rato luego del letargo, se inició la actividad con varios faros llamando y contestando y tantos otros colegas que nos buscaban.
Para las 08:15 todo el pelotón estaba de pié. Los desayunos listos y la radio a full. Cerca de las 09:10 hs. Llego un jeep de la fuerza con nuestro buen amigo el Cabo Ppal. Miguele quién junto a otro infante, también sub of. venían a ver, como habíamos pasado la noche. Tomaron unos mates, hicieron unas fotos y se fueron. Nosotros apagamos todo y salimos por la orilla del mar a caminar hasta la Baliza Chica. Nos separaban 1.200 metros caminando por la curva costa, pero solo 486 por el camino arenoso. Optamos por el agua.
Bandadas de flamencos nos daban la bienvenida y las gaviotas con los petreles; se alborotaban a nuestro paso. Vimos en la arena cercana al agua varias marcas y escritos, eran las señales de los primos, que como niños la noche anterior; dejaron a su paso. ¡Estos chicos!
Sacamos infinidades de fotos y nos volvimos a seguir transmitiendo. Según supimos, alguien tenía que ir hasta allí a sacar unas fotos y buscar las coordenadas; porque sino la Paula. Perdón, la amada esposa no le creía. No voy a nombrarlo porque sería un desatino ¿vio?
Por las dudas la llamó por te. desde la misma baliza y nos hizo gritar presente a todos. ¡Que cosa con estos viejos!
Otro pidió el celular para iden.!!! ¡Que cosa con estos jóvenes!!
Cuando llegamos al campamento y arrancamos Laura volvió a llamar. Nos censuró por la demora y pregunto que esperábamos para ir a buscar las cosas de la comida de hoy.
Allí salieron Abel y Juan rumbo a Punta Alta con la promesa de volver pronto.
Como Roberto y Gustavo estaban muy activos en la radio, y no habiendo nadie más para mandar, me arremangue y entré en la cocina. Disco al fuego, aceite, cebollas, ajíes morrones, tomates, y arroz. Con eso debía hacer el almuerzo.
Solo unos minutos después; escucho por VHF que los amigos volvían. Además, lo hacían con los calamares ya pre hervidos por Laura; en razón de que era muy tarde (para ese entonces las 14:45 hs). Cuando llegaron Juan y Abel, la pregunta primera fue. Che ¿compraron algún vinito de más?
Satamente mire Ud. dijo Juan. Le parece dos cajitas de Michel. Venga, traiga, dijo Gustavo y las perforo con el saca corcho.
Cando el reloj marcaba las 15:25 hs. Apagamos el generador y nos dispusimos, previa foto, a dar cuenta del manjar que esperaba sobre la hornalla.
Recién a la 17:23 hs. Iniciamos otra vez las transmisiones radiales. Pero la amistad incrementada, los lazos forjados, el cariño derramado en la mesa; no tenía precio.
Gustavo se apresuró a lavar los trastos, con Abel y Roberto, colocamos a unos 120 metros, entre dos farolas ya olvidadas; un moño de 40-20. Juan nos esperó a la vuelta con unos amargos bien cimarrones. Se levantó viento del sur sudeste y surgieron las camperas por un rato.
Con el sol ya escondido Juan y Gustavo hicieron un siestita. La del Goty fue cortísima, solo minutos; quería volver a ver el mar ahora de noche y con los barcos navegando en el canal de ingreso a puerto.
Juan apareció como a la hora, nuevamente con el mate y se ocupó de los 40 metros por un rato. Abel luchaba en 20 con los digitales, yo en 40 y Roberto en 80.
Cuando nos acercábamos a las 21:34 hs. Laura llama y dice que en media hora estarían listas las pizzas. Pizzas… puajhh, beeebbrrp. Más comida. No “sasina” (asesina).
Luchamos como diez minutos con Abel que a toda costa quería ir en búsqueda de las redondas masas. Solo con unos cuantos golpes y llaves de catch, pudimos detenerlo. ¿No vez que no nos entra nada más? ¡Claro dijo Roberto! Si hasta me salen tentáculos por,…por, bueno tentáculos vos sabes.
Juan, hombre mayor y el más responsable de todos nos. Sentencio. De ninguna manera, sería una locura que comiéramos algo más. No y NOOOOOOOOOO. He dicho.
Seguimos con la radio.
Como a la hora, Abel me grita desde la otra carpa. Che Léturi, no trajiste a Fernando para que vea las radios.
Ergo, pedía un ferneson con cocucha efervescente. Me encaminé cabizbajo a la cocina. Decía para mis adentros me muero, engordé hoy solo como treinta kilos. Chau régimen.
Cuando descorro el cortinado (si, porque si hacemos las cosas, las hacemos bien) me doy con dos mosaicos. El Juan y el Gustavo. Habían prendido la hornalla, tenían el agua tibia por si acaso y en la mesa; habían fusilado a tres Michel Torino. Medio salame y un cuarto de bondiola. Epa epa. Dije sin miramientos. NO era que estaban llenos. Si, dijo Juan, eso era hace como dos horas. Arrancamos con unos amargos, y nos dio hambre. ¿Está mal?
NO, que va estar mal. Pero podrían haber avisado ¿NO?
Lo que pasa es que estaban atareados con la radio argumentó Gustavo.
Llené el vaso de Abel con Fernando y lo llevé a la carpa. Le comente sobre nuestros amigos y se rió. A mi no me entra nada, dijo. A la vez que preguntaba si yo no tomaba nada. Metele a un Fernando, es digestivo.
Me senté ante el equipo y lancé un furibundo llamado. Desde las entrañas los calamares me estrangulaban. Luego de ahogarme dos veces recordé que mi padre decía lo mismo del fernet. Es digestivo. Así que volví a la cocina y me preparé uno. Los amigos estaban con el amargo nuevamente. Es para bajar todo Hetitorrrrr dijo Juancho.
Solo como a los 40 minutos, apareció Roberto que con el ocaso; se había tirado un ratito ¡Viejito! Le pasé la posta y volví a la cocina por más Fernando para los amigos y obviamente para mí.
Cerca de las 00:35 decidí irme a dormir un rato para agarrar la madrugada descansado. Juan, roncaba en la carpa de al lado y Gustavo estaba por el segundo sueño. Previo aviso de que debíamos tener combustible hasta las 05:35 más o menos.
No se que hubiera sido de nosotros sin el Tavo. Él ha sido nuestro jefe de mantenimiento y el encargado de la generación energética. No tuvimos fallas, no faltó suministro, no apagamos nada. Lo que se dice; una verdadera usina.
Entre sueños escuché el silencio pos apagado del grupo. También a Roberto y Abel que se saludaban y despedían. Luego la entrada de mi amigo a la carpa y su desmayo total entre las sábanas. Antes me dijo en automático…NO HAY NADA NI NADIE EN LA FCIA…¡VIEJITO!
Volvimos a levantarnos con Abel a las 06:00 hs. Pero esta vez, le gané de mano al generador. Creo que le sorprendí dormido porque al menor ruido; había arrancado.
Así, con un café calentito entre las manos; iniciamos Abel y yo la última jornada de la expedición.
Para las 07:30 todo el mundo estaba arriba y preparado para la arremetida final. Hicimos unos cuantos contactos más; hasta que la propagación se desapareció.
Abel y Gustavo, salieron raudos a eso de las 10:30 hs. Rumbo a Punta, donde la amabilísima Laura esperaba con el almuerzo de ese mediodía.
Yo deambule un poco por el monte y traje bastante leña; y Roberto llamaba y contestaba en 40 metros.
Juan, volvió a la baliza porque su GPS no había registrado las coordenadas y no podía volver sin ellas.
Al rato llegaron Abel, Laura y Gustavo. Junto con ellos el asado.
Cual pirómano, Gustavo en un santiamén había prendido el fuego con la ayuda de Roberto. En menos de lo que responde Batman la llamada de te. Del alcalde, juntos incineraron la tonelada de leña que teníamos acopiada.
Abel, previsor de que a la tarde se nos complicaría; sugirió que saquemos las antenas que no se usarían más. Así con arduo trabajo bajo el ardiente sol de agosto; Roberto, Abel y yo, desarmamos y bajamos no solo las antenas, sino lo mástiles de campaña. Gustavo, cual Dios VULCANO, quemaba leña mientras regaba todo con un vinito refrescado por hielo. Juan llamaba en 40 metros y Laura, luego de unos cuantos contactos; arremetió con la ensalada.
Mientras desarmábamos las partes del antenamiento, se me ocurrió mirar desde lo alto el campamento. En eso, la vi a Laura trajinar con un enorme recipiente de acero inoxidable. No podía darme cuenta de que se trataba; pero no por eso dejaba de observar.
Cuando bajé desde el médano trayendo cosas, le pregunte que era ese mamotreto; a lo que contestó que se trataba de la ensaladera. ¿Cómo que ensaladera? Dije asombrado. Eso parece un lavamanos que tenía mi abuelita. ¿Vos nos viste cara de conejos para comer tanta verdura?
Los cándidos ojos de mi amiga me adelantaron que la respuesta no sería sencilla de digerir. ¡Mira gordito hermoso! Dijo tratando de sonar amable. Si uds. cuatro se han comido lo que comieron y CHUPARON en esta expedición; no me vas a matar de hambre hoy, que recién pude venir a participar. Si no comen la verdura, a la noche hago croquetas. Se dio vuelta y por encima del hombro me pidió que le alcanzase el vinagre.
Gustavo ahumado como una trucha, dado que el viento remolinaba en su derredor; nos gritó el tiempo restante para el ataque. ¡En cinco minutos se larga! ¡Prepararse la tropa!
Aún estábamos enrollando los más de trescientos metros de coaxial que teníamos tendido, cuando otra vez el chef llamo a atención. ¡A comerrrrrrrrrrrr!
Bajamos más pronto que ligero desde lo alto del médano con mis compañeros y dejando las gorras a un lado, nos sentamos a la mesa. Juan, ya nos había llenado un vasito para cada uno a los efectos de realizar el brindis. Laura sirvió la ensalada y con ese acto; dimos por iniciado nuestra última comida en la expedición.
A los postres, casi dos horas después, Abel nos informó que había solicitado el permiso para que deambuláramos por dentro de la base a los efectos de conocer el museo y la plaza de emplazamientos de la batería histórica. Así que pese a nuestra reticencia nos envió a sacar fotos y conocer ese hermoso lugar.
Allá fuimos con Gustavo, Roberto y Juan, a conocer y descubrir tantas cosas las cuales, muchas veces; solo vemos en la tele.
Entre los cuatro, sacamos más de quinientas fotos, subimos bajamos, perdimos un par de lentes, posamos, criticamos el abandono impuesto desde hace muchos años por los gobiernos de turno a este valiosísimo material histórico. Y vimos un atardecer en las costas de una base militar.
Un ruido sordo nos alertó, cuando nos dimos cuenta un jeep militar pasaba raudo por las cercanías, saludando con beneplácito nuestro recorrido. Seguimos sacando fotos, criticando y disfrutando.
Roberto, siempre atento a los detalles, al rato se acordó de algo que nos hizo saber. ¡Che… estos pibes no serán los que van a buscar las carpas…! ¿Recuerdan que dijeron que venían a eso de las cuatro?
La única respuesta fue ¡Uyyyy cierto! La recorrida histórica, nos había subyugado tanto que ni cuenta nos dimos de la hora. Había tanto por ver, por conocer; que nos olvidamos.
Aproximadamente unos cuarenta minutos después de los infantes, llegamos al campamento. La zona parecía desértica. Laura tomaba mate, convidando a sus ocasionales visitantes y Abel, sentado en una silla con una mesita de campaña, anotaba uno tras otro sus últimos comunicados. Muy orondo estaba él haciendo radio en medio del medanal, despuntando el vicio de la comunicación; mientras llamaba de a ratos a los soldados para que escuchen el saludo de los corresponsales que, desde todo el país; con beneplácito agradecían los servicios prestados a nosotros. El Grupo ECO RADIO.
Minutos después de la llegada nuestra, los chicos subieron todo al jeep y partieron. Nosotros nos repartimos en dos grupos. Uno desarmaba las antenas restantes y el otro, comenzaba a cargar. Todo llevó algo más de una hora. Para entonces, las 17:45 hs. Marcaba la finalización de la expedición.
Con todo pronto para realizar el viaje de unos 30 km. hasta la casa de nuestros amigos; nos pusimos en marcha. Estábamos cerrando la tranquera cuando caigo en cuenta de que faltaba Roberto. Preocupado le inquirí a nuestro líder, sobre él. La respuesta fue… necesitaba ir al baño…
Pasaron más de 15 minutos y el amigo no volvía. Preocupados con Gustavo, hicimos mención que quizá le había pasado algo, que se habría descompuesto o que se yo. No pasa nada dijo Abel. Está bien.
Cuando la espera llegó a la media hora, me bajé como pude de entre las cosas en la chata y volví a preguntar por él. En eso llegó bastante colorado y muy transpirado.
Perdonen la demora, dijo casi sin aliento. Es que se me hizo medio difícil volver corriendo por la arena. Con Gustavo nos miramos azorados. Tuviste que volver ¿desde donde? Acaso ¿no fuiste al baño?
Nooooooooo, dijo Roberto, que baño. Ahora voy al baño de la casa cuando lleguemos. Fui hasta la baliza. Me había olvidado ayer, una bolsita con conchas de caracolas que junté para mi media naranja. ¡Glup!
Que podíamos decir… El amor tiene facetas irreconocibles aún, en personajes como mi hermano Roberto.
Salimos prestos y gustosos de la zona, pero cumpliendo la ley de Murphy, algo teníamos que olvidarnos.
Cuando el puesto de control estaba ya a la vista, Roberto desde atrás, sentado sobre cientos de cosas, nos informó que “¡No tengo los lentes!” Perdí los anteojos.
Yo me di vuelta y solo atiné a lamentarme por la caminata que debería hacer antes de que el mar, se llevase de la playa ese elemento.
Me parece que los dejaste en el museo, dijo Gustavo pensativo. Dando media vuelta y retomando el largo camino a la baliza.
Cuando llegamos a la zona del museo, paró y nuestro amigo, luego de correr aliviado solo cien metros, regresó con sus anteojos; muy sonriente y agradeciendo la amabilidad de haber vuelto.
Poco más de las 19:30 hs. Marcaba el reloj, cuando pusimos pie a tierra en la casa de Abel y Laura. Misión cumplida.
Ahora, llegaría el momento de las críticas, los números y el balance final de todo lo realizado.
Bajamos todos los elementos de la chata y nos fuimos a la casa del abuelo a bañarnos. No sería honesto entrar a la morada de nuestros amigos con esa facha y… esos olores.
Otra vez la casa, aunque vacía y sola, nos esperaba calentita, ya que Abel se había encargado de volver a encender los calefactores al mediodía.
Nos turnamos rápidamente para el baño. Y mientras tanto, tomamos mate, hablamos por cel. Y dormitamos un rato. A las 21:30 hs. Le avisamos a nuestra buena Laura que salíamos para allá.
Cuando llegamos hasta el pequeño Agustín estaba bañadito y perfumado. Las pizzas en cantidad incontable, chirriaba en la mesada. La mesa estaba lista y nosotros hambrientos.
Luego de la llamada a la mesa, atacamos esos manjares. Una por el hambre, otra por la bronca de no haberlos comido el sábado. A los postres, se impuso la charla.
Abel como nuestro líder llamó a decir lo bueno y lo malo de esa experiencia. Así que cada uno dispuso de su tiempo para poder extenderse en los comentarios.
Unas dos horas después; volvió a preguntar ¿Qué vieron o hicimos mal? A lo que Juan respondió unificando criterios NADA. Vinimos y nos vamos aún más felices; que podemos pedir. Comimos, tomamos, nos divertimos, hablamos por radio, nos reímos, comimos, tomamos, la pasamos bien. Comimos, tomamos, ¿Qué más se puede pedir?
Y realmente ha sido así. Sería y seríamos más que injustos pedir otra cosa. Máxime teniendo en cuenta como está el país en este momento.
Ya entrada la madrugada y con varios mates en el haber; nos retiramos a nuestros aposentos a dormir.
A las 08:30 hs. Volvimos a levantarnos y rumbeamos luego de acomodar la casa, en búsqueda de nuestras cosas. Pero Abel, nos tenía reservada una nueva sorpresa.
Dado que era feriado y podíamos viajar a la tarde y aún llegar a tiempo a nuestras casas; nos invitó a recorrer la zona portuaria militar de la Base Naval de Puerto Belgrano. Así, casi sin quererlo y con un guía de lujo; pudimos conocer un lugar al cual no muchos pueden ingresar. Allí, las históricas naves de guerra se mostraban guardianas y atentas, los cormoranes, las gaviotas y los petreles; protestaban a nuestro paso. El mar, en su incansable ir y venir traía los recuerdos de otros momentos en los cuales ésta zona, bullía con los sonidos de los aprestos, las órdenes y las salutaciones de rigor.
Ya pasado el mediodía y felices de lo vivido, regresamos a cargar nuestros petates.
Carguen todo, no se olviden nada, dijo Laura con un Agustín en brazos algo triste; quizá por nuestra partida. Luego vamos a comer.
NOOOOOOO, eso si que no dijimos a dúo los tres cordobeses, aunque el grito sonó poco convincente. Nosotros nos vamos ya, así no nos agarra modorra.
Que modorra y ocho cuartos. Uds. primero comen y luego se van. Eso es todo. A la mesa. ¡Ahhhhh, nadie toma vino! Tienen que manejar.
Mientras nos ubicábamos en la mesa, Juan por radio desde su camioneta, nos daba datos de por donde se hallada. Él había salido con el fresco de la mañana, rumbo a la capi. No quería manejar de noche.
¡Que lástima Juan, te perdiste las pizzas!
Cuando entre lágrimas iniciamos los saludos, arribó otro amigo, integrante también él del grupo LU8EWZ Sergio Zanni, quién originalmente era parte de la expedición; pero problemas laborales y familiares a última hora se lo impidieron. Quería él saludarnos y conocernos, estar un rato con nosotros.
La charla nuevamente se impuso y mientras tanto, calentamos agua, agarramos algunas masitas, repartimos besotes a Agustín y agradecimos efusivamente a los Romero.
A las 15:17 hs. Dejamos la casa de nuestros hermanos en Punta Alta. Y a los tres se nos escaparon algunos lagrimones. Habíamos gozado a más no poder, fuimos receptores de respeto, cariño, amistad, amor y dichosos “disfrutadores” de la cordialidad y hospitalidad de estos amigos, camaradas y compañeros de aventuras.
Si pudimos llevar adelante esta expedición, fue por la desinteresada participación de este grupo humano. Pero estar lejos de casa y sentirse como en ella; no es poca cosa.
No podré y creo tampoco lo podrán agradecer mis compañeros; las atenciones y el cariño. Realmente son Uds. únicos, estamos en deuda total con cada uno. Gracias Laura, Gracias Abel, Gracias Anabella, Gracias Agustín.
Luego de pasar por el Puerto de Ing. Wite y sacar otras fotos, partimos por ruta 33 hacia nuestra Córdoba. Eran entonces las 17:30 hs. Y teníamos por delante unas siete horas de viaje.
No voy a contar el regreso y menos la nueva despedida de nosotros tres; pero se impone para aquellos que no creen en estas realizaciones. Que les comente algo que nos llena de orgullo y que permite volver a decir nuevamente MISIÓN CUMPLIDA.
Ya teníamos unas cuatro horas de marcha y los mates se estaban apoderando de nuestras manos. En eso, Gustavo rompe el silencio y dice algo que, tanto a mí como a Roberto nos heló la sangre.
¿Saben lo que pienso yo, de estas “jodidas” expediciones?
NnnnnnnnOoooooooooooooo, dijimos atajando el golpe.
Son realmente maravillosas. Yo nunca había pensado pasarla tan bien y con gente macanuda como todos Uds.
¡Cuéntenme para otra! ¿Saben? Y es más. SI alguno sabe de algún “equipito” me avisa, quiero salir en frecuencia para compartir esta experiencia y que otros se sumen.
Ehhhhh!!! Claro amigo, como no le vamos a contar su Ud. es parte del grupo. Del Grupo ECO RADIO.


Gracias Gustavo LU3HGA, Gracias Roberto LU7HBL. Gracias por la confianza, gracias por el cariño, gracias por los buenos momentos y por sobre todo. Gracias muy grande, por vuestra amistad.


Bueno, bueno. Así termina esta historia. Así, como inició, con palabras. Quiera el buen Dios que los que accedan a leer este documento puedan un día disfrutar de las mismas experiencias y sensaciones. Les aseguro que no volverán a quedarse afuera, cuando se vuelva a organizar otra.
¿Saben porqué? Porque esta es la esencia de nuestro grupo.
El Grupo Expedicionario de Radioaficionados ECO RADIO




En la ciudad de La Falda, Córdoba Argentina, a los 26 días del mes de agosto de 2009




Héctor Oscar Cousillas
LU3HKA

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