Expedición al “Arroyo Los Quimbaletes”
¡Eh que
lugar más bonito! ¿Epa como está este lugar si nunca había oído hablar de él?
¿Cómo
has encontrado este lugar? ¿Lo conoce mucha gente? ¿Vos venís siempre?
Éstas
y otras muchas preguntas y exclamaciones similares he tenido que escuchar cada
vez que, por mi profesión de Guía de Turismo; me arrimo al Arroyo Los
Quimbaletes. Y casualmente ha sido ésta la razón de que una tarde de marzo,
decidiera convocar a mis hermanos del grupo para realizar la expedición nº 19
de nuestro Grupo ECO RADIO.
Hacía
solo unos días me habían regalado el R 12 que estoy usando y que tan grande
mano me dio para la expedición. Y quería disfrutar una tarde junto a mi madre y
mi hermosa perra, Gala. Algo me atraía desmesuradamente hasta ese recóndito
paraje serrano en el que tantas veces, mis pasajeros se habían extasiado. Por
otro lado Gala, merecía ser mimada y por lo tanto darse un baño en las límpidas
aguas del arroyo.
Un
domingo en el que el trabajo estaba flojo, me hice del equipo del tere (tereré)
y con algunas precauciones por las dudas, me puse en marcha hacia la zona de
Villa Giardino.
Cuando
llegué me llamó mucho la atención que pese a ya haber terminado la temporada,
hubiera tanta gente disfrutando del lugar, pero pensé que era lógico, no podía
ser el único que conociese el lugar.
Mamá
se acomodó en un sillón, mientras yo y Gala hacíamos de las nuestras.
Chapoteábamos en el arroyo, corríamos por la tupida vegetación y como si fuera
poco; inspeccionábamos la zona.
Mientras
degustaba un rico y fresco tere; se nos acercó una pareja de turistas, los que
me preguntaron si siempre estaba así el balneario, si había más agua, si la
limpieza era constante y que se yo cuantas cosas más. Terminaron el
interrogatorio con un comentario que me alertó. “Los cordobeses sí que tienen
cosas lindas que mostrar”. Claro dije sonriente, pero no lo comente, porque si
todos se vienen aquí, chau la paz y el sosiego. Y muy oronda la mujer me
respondió; no sea egoísta, todos merecemos saber de él, conocerle y
disfrutarlo.
Luego de la despedida de rigor y
el jugoso intercambio de bendiciones, me quedé pensando. Pucha, tiene razón la
vieja!!! Acaso el buen Dios no hizo esto para que todos lo disfrutemos, ¿Qué
derecho tengo yo de atesorarlo para mi? Y así, casi sin más; una vez que se
había oreado un poco. Emprendí el
regreso a casa no sin antes asegurarme de contar con bastantes imágenes
fotográficas del lugar.
Como
es habitual, las más de las noches nos reunimos por el sistema Skype de la PC,
con el resto de los amigos del grupo. A veces solo son unos minutos, otras
largas horas de charlas y debates. Pero siempre prima la educación, el amor por
la radio y sobre todo, el respeto.
¡Muchachos!
Dije, tengo una bomba que largaros. Se me ha ocurrido una buena idea que quiero
que compartamos a ver si la podemos llevar adelante.
¡Meta!
Fue la lacónica respuesta de mis camaradas.
Resulta
que hoy he ido a un lugar con la Beba (mi madre) y Gala, a tomar mate y
disfrutar viendo bañarse a la perra. Es tan pero tan bello que creo sin dudarlo
que se merece que le hagamos una expedición. Podríamos disfrutarlo, gozarlo y
vivirlo a lo grande. Tiene todo lo que necesitamos, buen lugar, reparo,
explanadas para las antenas, agua, hermoso césped, preciosas vistas, es de fácil
acceso ya demás; podemos colgar los ganchos para la energía eléctrica (disculpe
don E.P.E.C)
Como
para no dejar dudas al respecto, les adjunté en un mail unas cuantas fotos, con
la esperanza de que pudiesen apreciar el lugar y la idea. No hizo falta más, a
los pocos minutos y luego de un largo silencio; tanto Nabor, Beto, José Luis
como Roberto. Dijeron ¡Que buen lugar, es precioso, hermoso! Dale para
adelante, hagámosla.
Así,
sin preámbulos, sin mucho de estudio y con inusitadas ganas, se inició este
sueño que desembocaría en la Expedición al “Arroyo Los Quimbaletes”
Vinieron
posteriormente algunos trámites, algunas notas, otras visitas al lugar y muchas
horas de charla en la radio y por Skype; para darle forma al proyecto. Pero
pronto se vio consumado el hecho. En el fin de semana comprendido entre el
jueves 24 y el domingo 27 de mayo de 2012. Realizaríamos la expedición de
marras.
Por
uso y costumbre, mi vida es por demás ordenada. Tal como rezaba una canción que
escuchaba de niño ejecutada por “Las Moneditas” cada cosa tiene un lugar y hay
un lugar para cada cosa. Por lo tanto todo lo que me rodea está donde debe
estar y como debe estarlo. Eso me allana muchos dolores de cabeza, muchos
momentos amargos y la consabida pérdida de tiempo en la búsqueda de tal o cual
elemento. Pero no había contado yo, con la presencia de mi amado sobrino Roni.
Cuando se decidió la fecha del evento, nada sabíamos en casa de que él vendría
a visitarnos desde Israel. Por lo tanto, tampoco estaba contemplado el tema de
que ahora los días y las horas tendrían otro destino.
Si
bien acostumbro a tener todo presto días antes de la partida, confeccionando un
detallado y puntilloso registro de elementos; la fecha se acercaba y yo estaba
en veremos. No podía dedicarme por completo a la labor de acopio o al simple
hecho de listar lo que se necesitaba. Por un lado el trabajo, por el otro Roni
que me ocupaba la PC todo el día con su chat. Hacían imposible de pudiera poner
las manos en la masa. Pero pese a que me urgía la obligación, sabía que podría
dominar placenteramente mi accionar.
Para
asegurarme de que podríamos estar preparados y con todo listo, le había
solicitado a Nabor LU2HNV que se viniera el día 24 a la mañana para casa. Así
cargaríamos los vehículos y podríamos partir el mismo jueves por la tarde para
el arroyo. No está lejos de casa, solo a unos 8 km. Pero si podíamos irnos
antes, mejor nos organizaríamos. Había muchos detalles que quería controlar
antes de que el grueso de equipo llegase a sumarse.
Haciendo
realidad un sueño de 12 años, les había propuesto a mis amigos construir una
gran carpa polifuncional. Ésta la habíamos pergeñado en la primera expedición
del grupo con mi amigo Miguel LU3LBP. Y no era más que una estructura tubular
de caños de PVC, cubierta con una lona de grandes dimensiones. Pero los
distintos caminos por lo que nos había llevado la vida, no nos permitió
concretarla en tiempo y forma.
La
carpa tubo, tal la denominación que le dimos, era absolutamente necesaria para
la actividad, de no contar con ella la cosa se complica. No es lindo estar de
expedición, sentados cada uno en su estación a metros de distancia sin verse,
no es fácil compartir un mate, un chiste o una torta, estando diseminados por
doquier en un gran espacio del campamento. Claro que estar muy cerca afecta el
escuchar o hasta hablar con los corresponsales; pero nada nos podía privar de
la hermosa presencia de los amigos. Para eso organizamos la salida. Para
compartir.
Claro
que además de la carpa, estaba el tema más importante culinariamente hablando.
Debía poner a remojar el día anterior los elementos para el locro. Comida
nacional si las hay que bien merecido estaba en el día del cumpleaños de la
patria. Y no estaba dispuesto yo en portar todos los elementos humedecidos, pre
cocidos o cortados para ganar tiempo. El jueves sería el día de la adelantada,
por lo que habría tiempo más que suficiente para preparar todo y esperar que el
sol del veinticinco asomase en el horizonte.
Cuando
tuve la respuesta afirmativa de Nabor (el viejo bah!) me quedé más tranquilo.
Podríamos irnos temprano, instalarnos, armar la carpa, los mástiles, las
antenas, organizar el campamento y demás. Ya tenía una cosa establecida y
organizada. Lo que no tuve en cuenta, fue el mantener la boca cerrada. Porque
el inefable Roberto LU7HBL al enterarse del asunto, puso de las suyas.
¡Viejito!
Me dijo en Nabor que se van a ir antes al arroyo. ¿Es cierto? Claro dije dando
todas las explicaciones del caso. Es por esto, eso y aquello.
Ah
si es así, nosotros vamos antes entonces, no me voy a perder ese día.
¡Patapúfete! Dije sin miramientos, se nos pudrió la sorpresa.
El
buen Nabor me hico caer en cuenta que si bien seríamos más; la presencia de un
hombre con la experiencia de Roberto, ayudaría en la solución de posibles problemas
a la hora de inaugurar el nuevo hábitat, por lo que con agrado acepté gustoso.
El
jueves de la partida, amaneció por demás feo. La niebla cubrió por espacio de
horas el valle y la temperatura no subió mucho. Yo me levente temprano y con la
ayuda del R 12 terminé por concretar todas las compras que faltaban. En los
días anteriores y pese a la desorganización había podido reunir la mayoría de
los petates en el garaje, por lo que solo quedaba el cargarlos y partir.
Cerca
del mediodía el astro rey se hacía sentir, peleando entre la bruma, al menos en
el valle. Porque del otro lado de los cerros, Roberto LU7HBL me alentaba por
VHF que llovía, hacía frío y estaba muy oscuro. Entre tanto, Nabor LU2HNV hacía
el reporte del clima en la zona sur de Punilla. Aquí, dijo alegre, viene
clareando desde el sur, se disipó la niebla y sube la temperatura. En un rato
salgo para La Falda. Mientras prestaba atención a los comentarios de mis
amigos, analizaba lo importante que eran las comunicaciones en estos casos. Bendita
sea la repetidora 147.180.
Poco
más tarde de las 10.30 hs. Raudamente y revestido de toda la parafernalia de
abrigos posible, llegó Nabor a casa en su reluciente moto negra. Su sonrisa era
tan contagiosa que solo pude abrazarle y reír con él. Se notaba que ansiaba
este día, para disfrutar a lo grande y olvidar algunas cosas no tan felices que
le habían sucedido meses atrás. En que ayudo dijo ni bien se sacó el casco
reglamentario. ¿O cebo unos mates?
Tenerlo
al “Viejo” cerca, es para mí siempre un placer. Es divertido pero serio,
inteligente, cariñoso, respetuoso y buen amigo. Con él y el resto de la
pandilla, la diversión y el goce estaban asegurados.
Mira
viejo, yo tengo casi todo listo. Solo falta algo que cargamos al salir. Anda
sacando las cosas del garaje y acomódalas en el patio. Cuando llegue la chata
cargamos y repartimos las cosas. Pero primero hagamos juntos un repaso de los
equipos y materiales.
Diez
minutos después, habíamos verificado los petates y mientras Nabor sacada los
bártulos; yo llevaba de regrese a mi amigo/hermano Freddy a su casa, porque me
había dejado ya estacionada su nueva adquisición para transportar los elementos
hasta el arroyo. Se trataba de un Baquiano IKA, que pese a estar algo
maltrecho, funciona de maravillas.
De
regreso en casa, y con la colaboración de Nabor inicié el acomodamiento de las
cosas. Diez minutos después arribaron Roberto LU7HBL y su maravilloso hijo
Federico “el Pipo”. El R 12 también recién adquirido de Roberto parecía un
móvil de la CNC, más que un auto de radioaficionado. Este le había colocado
antenas hasta en el caño de escape. En su interior los equipos no dejaban mucho
espacio a PIPO para que se acomodase y menos aún para cebar mate.
“Viejito”
en que ayudamos. Fue lo primero que dijo el amigo ni bien bajó de su coche rojo
punzó y luego de saludar efusivamente a todos en casa. Pasada la media hora, ya
teníamos todo presto y acomodado en los autos, incluso el mío que participaría
por primera vez de una expedición de radioaficionados.
A
lavarse las manos que está la comida, espetó la Beba desde la ventana de la
cocina. ¿Qué hiciste de rico viejita? Preguntó Roberto. Guiso de mostacholes,
fue la respuesta. Si no le gusta no lo coma!!! Glup!
El
almuerzo fue frugal pero intenso, se habló de todo y pretendimos convencer a mi
áspero sobrino que fuese de la partida como había prometido. Pero no hubo
fuerza celestial que lo quebrase. A mí no gusta la radio tío!!!
Luego
del café, el recuento por enésima vez de los elementos (mentalmente claro) y de
la despedida de mi madre por parte de todos; rumbeamos a nuestro destino final.
El Arroyo Los Quimbaletes.
La
caravana conformada por tres móviles, parecía más una viborita que una fila de
autos. Convenimos que Roberto iría a la cabeza, Nabor al medio y yo de cola.
Por cierto, nadie pudo convencer al buen Nabor de que maneje el R 12. Ni loco
dijo. Sabes cuánto hace que viajo en un Baquiano??
Y
digo lo de la víbora porque no me atreví a avisarle al viejo de que su móvil no
estaba de 10 en lo que se dice dirección, por lo tanto le costaba mucho
llevarlo derecho jajaja.
El
viaje de unos 20 minutos se torno gracioso y desafiante a la vez. Muchos autos,
algo de bruma, nervios, emociones, etc. Convergían en esos momentos sobre
nosotros cuatro.
Llegados
al sitio y previo acuerdo de tareas, nos las emprendimos con la energía. Yo ya
había analizado el tema concienzudamente por lo que sabía de antemano que
sencillamente nos “Colgaríamos” del sistema de energía de Córdoba. Y creo a
verdad, que más lo hicimos por el solo hecho del vértigo, que por la necesidad.
Resultaba atrapante, desafiante y gracioso colgar los ganchos, como lo hace
tanta gente. Peor en nuestro caso, era una obra de bien. O al menos eso
propusimos en la idea.
Nabor
solícito desató todos los caños de la nueva carpa, Roberto y Federico bajaron
la amplia lona, mientras yo me hacía de la vieja caña de pescar que tantos
momentos felices me dio. Al rato, como hormiguitas en su afán de alimentos,
salimos los cuatro rumbos a la cercana calle. Roberto ya portaba con ayuda del
viejo, los largos y gruesos cables con los que entraríamos en “delito”
Discernimos
por unos minutos, cuál era el mejor poste para “colgarnos”; porque las
variables eran muchas. Desde la cercanía al vivac, pasando por una maraña de
espinudos árboles; hasta que el “gancho” quedara escondidito por las dudas.
Nabor
cual gato, ágil e intrépido se dirigió entonces a un viejo molle, en el que se
subió en un abrir y cerrar de ojos. Le alcanzamos con Roberto el cable y la
caña y contados minutos después, ya habíamos sustanciado el cuelgue.
Tratando
de parecer más a un hombrecito que acaba de orinar al amparo del árbol que a
alguien que estaba cometiendo algún ilícito; me di vuelta como tonteando y
enfilé por la calle hacia la entrada al balneario. Pero poco duró mi actuación.
A solo unos 40 metros una familia atónita y curiosa nos estaba observando
detenidamente. Dije como si nada “Acagamos pera” un viejo dicho de niño, que mi
abuela Socorro me recordaba siempre y que rememoraba mis primeras palabras hace
ya unos 48 años. Disimulen muchachos, nos dieron la cana.
Poco
entrenados en esto del “choreo” energético; los tres compañeros dijeron al
unísono ¿Qué pasó? Entre dientes traté de hacerles entender con disimulo la
situación, pero poco o nada se podía hacer. Nos habían pescado.
Me
voy a parar la bronca, dije valiente a la vez que me encaminaba hacia la casa
de los azorados vecinos. Buenas!! Como van. Solté como para romper el hielo.
¿Qué
están haciendo? ¿Son de E.P.E.C. Empresa Provincial de Energía Córdoba)? Ehhh,
bue, no, noooo, no nada que ver. Somos radioaficionados, somos parte de la
Defensa Civil. Estamos por iniciar un campamento de cuatro días a la vera del
arroyo. Es un concurso, una expedición y un ejercicio de radio para emergencias
¿Vió?
Ahhhh!!!!
Si, radioaficionados, si se lo que son, mi esposo es LU ¡Recórcholis! Que chico
es el mundo señora.
Viejo,
veni, son colegas tuyos. Llamo la señora alzando la voz sobre el murmullo
otoñal de la tarde en Los Quimbaletes.
Estrechamos
las manos, nos dimos las buenas tardes e intercambiamos licencias. Para eso, ya
estaba Roberto al lado mío haciendo gala de su bonhomía (pero conste que para
dar la cara, me dejó solito mi alma). Vení viejito Nabor, vení Pipo, saluden a
los amigos. Y así entre saludos y relatos de las cosas que haríamos, rompimos
la intriga y quedamos tranquilos que no habría denuncias por el gancho.
Ahora
la cosa estaba dirigida a la carpa. Todo indicaba que debía funcionar, que su
forma; la más perfecta de la geometría (un arco) debería tolerar el embate del
viento, el agua, el peso de la lona, etc. Pero… había que probarlo.
En
contados minutos y sabiendo que si la cosa se complicada al menos teníamos
suministro energético; planteamos el mejor lugar para la instalación, limpiamos
el terreno y desparramamos las cosas. Caños, cuplas, tee, entre roscas, más
caños, lonas, sogas, estacas; todo estaba listo para ensamblar el nuevo
invento.
Me
tomé un par de minutos para explicar a los amigos como deberíamos hacer el
armado, porque los elementos, en especial los caños, podían sufrir deterioro.
Me preocupaba el que se rompiesen y malograran la estructura.
Muñidos
de una soga trazamos el cuadrante en dónde deberíamos colocar las estacas de
sujeción. Colocamos éstas con ayuda de un metro para mantener las distancias y
la emprendimos con los caños. La cosa solo demandó escasos minutos, así que
pronto nos vimos en la necesidad de cubrir con la lona y ver qué pasaba.
Maravillosa,
grande y feliz fue la sorpresa cuando luego de contados movimientos, quedó
formada perfectamente la “CARPA TUBO” No lo podíamos creer, en realidad era
súper cómoda, amplia y espaciosa. Cosa que quedó más que comprobada cuando
todos los elementos ocuparon su lugar dentro de ella. En un momento, mientras
entraba cargando cosas, se me antojó que se parecía mucho a los bunker, que se
usaban en Londres durante la Gran Guerra. Solo faltaban los temblores, la
tierra cayendo desde lo alto y los cascos protectores.
Nabor
en un santiamén colocó el sistema de iluminación, mientras Federico acarreaba
cosas dentro. Roberto luego de ir hasta las cercanías a “despedir un amigo del
interior”; ya estaba preparando las antenas y los mástiles.
La
tarde había comenzado a caer en el arroyo, y se notaba mucho más porque la
proximidad con las Sierras de Ayampitín, hacía que las sombras avanzasen rápido
pero silentemente.
Sigamos
con el antenamiento, dijo Roberto a la vez que mástiles en mano encaraba la
trepada hasta el lado plano del terreno. Le seguimos presurosos con el resto
del equipo y bajo una bruma fría y blanca, iniciamos la instalación de mástiles
y dipolos.
La
tarea nos demandó poco tiempo, porque ya estamos acostumbrados a esas labores,
no por algo llevamos 19 expediciones realizadas. Así que cuando definitivamente
la luz dio paso a la noche; habíamos concluido. Como no nos percatamos del
tema, al volver al campamento distante a uno 50 metros; caímos en la más
absoluta obscuridad. NO colocamos los iodos, le dije al viejo por sobre el
hombro derecho. La cosa no fue grave, porque en el interior de la carpa, la
irradiante luz, sobraba para realizar cualquier labor. Así que presto busque en
la caja correspondiente los sistemas lumínicos y en solo segundos, se hizo la
luz.
El
ambiente era irreal, casi de otro mundo. En ese lugar nunca se había encendido
un lámpara eléctrica, y el Grupo ECO RADIO, lo estaba haciendo. Nos llamó mucho
la atención como cambiaba el paisaje bajo la penetrante y blanca luz de los
iodos. Nada que ver a lo que el día nos mostraba solo un rato antes.
Ya
teníamos todo armado, así que repartimos otra vez las responsabilidades, como
para conformar el organigrama operativo. Al menos por esa noche. Roberto y
Fede, se encargarían de armar las estaciones de 80 fone y digitales. Nabor y yo
volveríamos a La Falda para devolver el Baquiano a Freddy, porque éste le
necesitaba para trabajar al otro día. Además, quedaba el ir a buscar a casa dos
ricas tartas que mamá nos había hecho, luego de dormir un rato la siesta.
Ya
totalmente oscuro y con la bruma cubriendo la zona, arrancamos con Nabor uno en
cada vehículo; rumbo a casa. No había salido aún del balneario, cuando un
agitado Roberto me alcanzó y haciendo señas para que bajara el vidrio de la
ventana; me dio algunas órdenes luego de hacer algunas preguntas. Viejito, vi ahí
y pack de Coca de 2 litros. ¿Hay más? No, le dije pensé que alcanzaba. Si
tenemos vino y algo dulce para la madrugada.
Viejito
¿No me digas que no trajiste fernet? ¿Qué vamos a tomar entre tanto? Bueno, hay
mate, café, te… manifesté casi sonriendo. No viejito eso es por si nos
enfermamos o algo nos cae mal. Trae un ferneson así tomamos con los chicos y
obvio, otras Cocas. NO te olvides, porque sino saco el 12 y voy yo, no hay
drama!!!
Por
radio, le dije al viejo que pasaba y éste también se extraño que no hubiera
traído la bebida cordobesa por excelencia, pero adujo que pensaba la tenía
“camuflada en la caja del rancho” Prometió recordarme el tema.
Llegamos
en 15 minutos a La Falda y le dejamos a Freddy el vehículo, no sin antes
agradecer la deferencia de haberlo prestado. Cuando salía para el auto, Nabor
me recordó por medio del Handy “NO TE OLVIDEZ DEL FERNET y LA COCA carcamán”
Así que apuré el paso y pasando a su lado fui en búsqueda del líquido elemento.
Un fernet de litro y seis Cocas de 2,50 por si las moscas.
En
casa mamá tenía ya primorosamente envueltas las tartas que a todas luces se
veían y olían como riquísimas, así que luego de pasar por el baño y besar a la
salida a mi hermosa Gala, a la cual encargué el cuidado de la vieja, salimos
contentos otra vez para el arroyo.
Cuando
arribamos todo era hermoso. El agua corría alegre entre las piedras, el césped
nos brindaba otro verde, distinto al habitual, y los pájaros curiosos,
asombrados y expectantes; cuchicheaban en lo alto del espino y el molle. A lo
lejos un perro se hacía sentir, sabiendo que en la zona había vecinos pocos
convencionales.
La
impresión que me dio entrar a la carpa, fue de felicidad. Roberto y Fede habían
acomodado todo y ya estaban hacía rato apilando QSO en 80 metros. Nabor miraba
escrutando todos los detalles y pidiendo permiso, despuntó un amargo bien rico
y calentito. Yo mientras tanto me puse a armar mi estación.
Había
pasado ya la excitación primera, los nervios de la salida y el saber que todo
andaba bien. El cuerpo y los años, iniciaron su trabajo. Me dolía hasta el
alma. No había articulación o miembro de él que no me molestase o doliese. Se
me cayó el ánimo y la cara se descompuso de tristeza. Mis amigos no tardaron en
preocuparse, por lo que estaban atentos a mí accionar.
Tomamos
unos mates riquísimos de Nabor, a los que acompañamos con galletas que aporto
el Federico. Seguimos acomodando y encendimos la calefacción, porque la noche
llamaba al frío. Mientras tanto, yo seguía mal.
Roberto me pasó un Actrón 400,
al que ingerí sin miramientos. Ya me había tomado otro hacía unas horas antes
de salir, pero era tanto el dolor que no podía seguir así. Y como si nada,
llegamos a las 22:45 hs. De ese primer día de expedición y la primera noche.
A
Nabor le pareció oportuno el momento de picar algo, así que puso la mesa y sacó
a relucir las tartas, las que Aseguraron, estaban más ricas de lo que se veía.
Departimos, tomamos café, empinamos para brindar un buen Legui y seguimos en la
radio. O más bien Roberto y Nabor siguieron, yo ya no aguantaba más. Pedí
disculpas, inflé el colchó y luego de una higiene leve, me enfundé en el pijama
y posteriormente en la bolsa de dormir. Recuerdo que Nabor me alcanzó un par de
mates y que Fede me preguntó como estaba. Cuando volví en mí; el reloj marcaba
las 06:45 hs. Y las necesidades fisiológicas me llamaban para un piss!
El
viejo, que dormía en la misma carpa, me pregunto cómo estaba de los dolores y
se alegró de que le dijera que estaba de diez. Él hacía rato que daba vueltas
pero no quería despertarme. Así que aún con la oscuridad sobre el campamento,
se levantó, prendió el fuego, puso la pava y se vistió para afrontar el día. Yo
más por nobleza que por ganas, me propuse a hacer lo mismo, no sin algo de
fiaca. Pero en eso, salió como una tromba Roberto de su carpa, medio vestido,
algo agitado y totalmente despeinado. Federico algo balbuceaba desde dentro,
pero parecía más un reto que una sugerencia.
¡Viejito!
Ya llegó el José Luis LU3AJL. Me voy a buscarlo. Resulta que me entró un mensaje
que envió hace como 20 minutos y me decía que estaba saliendo de Cosquín. ¿Qué
opinas vos? Más vale cabeza, si no llegó, lo está haciendo. Métele.
Así
que antes de poder terminar de tomar un mate, puso en marcha su móvil y
rugiendo como fiera, salió para la terminal, en búsqueda del amigo porteño, que
ya estaba arribando para sumarse a la expedición.
Mientras
degustaba unos mates de Nabor y terminaba de acicalarme para iniciar la
jornada, revisé los porotos y el maíz que había dejado en remojo la noche
anterior, llené la olla con agua fresca y encendí el quemador.
Solo
un rato después de que llegara Roberto con José Luis; puse a freír unas
cebollas como fondo de cocción del locro, agregué el agua, los porotos y el
maíz. La comida del mediodía se estaba haciendo.
Roberto
se me acercó en un momento, argumentando que ya tenía armado el dipolo rígido
multibanda, por lo que si queríamos podíamos subirlo. No lo dudamos, con la
asistencia del resto del equipo, no solo pusimos en lo alto del mástil el dipolo,
sino que con mucho orgullo; aprovechamos para cambiar las enseñas nacional y
provincial, al punto más alto del campamento, tal como reza nuestro reglamento.
Ya que en la tarde anterior, solo posaron para la foto dentro de la carpa.
Pase
gran parte de la mañana, cortando zapallo, pelando los chorizos, troceando la
carne y limpiando el verdeo para la salsa. Cuando pude, encendí el equipo y me
largué en 40 metros, banda que ya había sido activada por José Luis LU3HKA.
Eran muchos los amigos que estaban atentos a nuestra salida desde la referencia
DSH 008 H por lo que en poco rato, sumé más de una decena de QSO.
Con
la escusa de ir a dar una vueltita y despedir de paso a un amigo del interior;
tomé la máquina de fotos y orillando el curso de agua, me alejé unos metros del
campamento. Desde la privacidad de los “yuyos” pude tomar lindas imágenes y
percatarme además que a todo orgullo, teníamos ya armado el vivac para afrontar
el desafío de la expedición. Solo restaba de llegar Beto LU7HA, el que por
razones de laboral, arribaría cerca del mediodía.
Cuando
regresé a la carpa, José Luis estaba exultante, daba vueltas por todos lados
sacando fotos y agradeciendo la elección del lugar. Según decía las imágenes no
hacen honor a lo que es en realidad este sitio. Cosa que tanto Roberto como
Nabor apoyaron.
Cuando
el mediodía nos encontró entre charlas, contactos de radio, fotos y el trajín
de revolver el locro cada rato; Federico con su proverbial buen humor preguntó
si no podíamos picar nada. Ya le dolía la panza de hambre. A todos nos pareció
buena idea, por lo que Roberto de hizo de queso, salame y pan, como para armar
una picada de órdago.
El
locro ya estaba casi a punto cuando nos percatamos que Beto no había dado
señales de vida. Le llamamos por cel. También por radio, pero nada. Insistimos salvajemente una y otra
vez, pero no había respuesta. Decidimos esperarle media hora.
Nos
entretuvimos un rato charlando, en digitales y en fonía. De mientras, preparábamos la mesa y aprontábamos los
platos para servirnos. Como quién no quiso la cosa, se nos pasó más de una hora
y cuarto, por lo que cucharón en mano, arranque con la servida del locro. No
había completado la vuelta de la ronda, cuando Fede nos hizo saber que se oía
un auto cerca, al asomarnos Beto llegaba sonriente y feliz para sumarse al fin,
a la expedición al Arroyo Los Quimbaletes.
El
almuerzo fue hermoso, charlamos, contestamos llamados, hicimos otros nosotros,
bebimos, comimos hasta asquearnos y sacamos fotos que registraran el momento,
bello, único.
Terminada
la sobremesa en la que hicimos importantes aportes para mejorar la carpa, unos
lavaron los platos, otros se colocaron los auriculares y la vorágine se
aprovechó de todos. Yo me excusé y me tiré a una siesta de una horita, los
chicos pasearon y disfrutaron mientras Roberto llamaba en 40. Cuando la modorra
se había extinguido y el viejo iniciaba el mate, salí de la carpa y encendí el
430 en 20 metros. En la zona norte de la carpa el movimiento era ferviente,
unos llamaban, otros anotaban, Nabor seguía con el mate. Fede subía fotos a su
notebook. Y no faltó alguien que adujera. ¡Che! Son las 19.30 hs. Podríamos
picar algo ¿no?
Así
que como por arte de magia las manos se apresuraron en poner cosas sobre la
mesa, porque la ocasión ameritaba preocupación. Beto lidió con un salame hasta
que pudo cortar fetas perfectas, lo mismo hizo con el queso. Nabor arrimó el
pingüino de vino, como para mitigar la sed a la vez que José Luis preparaba,
cual barman excelentes “fernesononon”. Roberto no pudo con su genio así que
buscó por todos los rincones hasta que dio con el sobrante de las tartas de la
Beba, y cortando pequeñas porciones convidó a la concurrencia. Beto había
tomado mi lugar en la estación, pasando a 40 metros, pero me hizo señas que
tenía sed, así que en breve tenía unos hermosos bigotes amarillentos que
destacaban su sonrisa cada vez que empinaba el vaso y mordía una porción de
tarta de jamón, queso y tomates.
Cuando
la picada llamó a final, Nabor metió la mano en el bolsillo y extrayendo un
encendedor; encendió el mechero y puso el locro. ¡Como para que vaya calentando
vio!
Cenamos
pasadas las 22:00 hs. De ese viernes, pero mucho distaba de acabarse la
jornada. No solo habría más contactos, sino que teníamos pendiente la reunión
de Comisión Directiva del grupo. Cuando las condiciones ya resultaban vagas y
los colegas se habían entregado a los brazos de Morféo; servimos café y caña
Legui. Se iniciaba la reunión.
Debatimos
muchos temas, los cuales por ser este un documento público no voy a develar; pero
creo sin duda alguna, que se terminó de organizar de una vez por todas al
grupo. Las decisiones que se tomaron, propendieron y propenderán a que
finalmente quienes formen parte de ECO RADIO; sientan orgullo de pertenecer al
mismo. Que tengan las mejores y máximas posibilidades de disfrutar de todas las
actividades y por sobre todo; que sepan que les necesitamos.
Sin
temor a equívocos, puedo decir que lo más importante de la reunión, ha sido la
designación de Nabor LU2HNV como nuevo presidente del Grupo ECO RADIO. Miguel
LU3LBP, quién no solo es fundador sino ideólogo de este grupo, no puede seguir
en esa función. Ya lo había anticipado en 2010, pero le hicimos caso omiso.
Lamentablemente el desarrollo institucional, la interrelación que ECO RADIO tiene
con otras entidades y colegas, hace imperiosa la presencia activa del
presidente. No podemos delegar esa responsabilidad, no podemos reemplazarle en
todo. Por eso y solo por eso dimos semejante paso.
Miguel
LU3LBP es desde el viernes 25 de mayo de 2012, nuestro Presidente Honorario,
reconocimiento válido para alguien que fue la semilla y el sueño inicial de ECO
RADIO. Quisiéramos que algún día vuelva de pleno a la actividad y se aboque,
como hasta ahora nuevamente a la conducción del grupo. Pero de momento le
relevamos de la obligación. Nabor será con seguridad un digno reemplazante.
Todo
el resto de la información, se dará a conocer en breve por los medios
habituales, esta narración no debe ni tiene porque detenerse en esta parte,
dado que es mucho lo que debemos contar.
La
noche, con una esquiva luna que se escondía entre las veloces nubes; no era
todo lo apacible y bella que deseábamos, pero de todos modos salimos fuera de
la carpa a respirar el húmedo aire del balneario y a detenernos en detalles tan
sutiles, como el crepitar del agua en el choque con las piedras o el chistear
de las tres cascadas que interrumpen el cansino andar de las cristalinas,
prístinas y nobles aguas del Arroyo Los Quimbaletes.
Cuando
las campanadas daban las 03:00 hs. Nos decidimos a dormir un rato. Aún faltaba
mucho por delante y por si fuera poco, habíamos tomado el toro por las astas.
A
las 07:10 Hs. Mi querido compañero de aventuras Nabor, ya hacía rato que daba
de vueltas en la carpa tubo. Se había vestido, calentó el agua y aprontó el
mate. Como solícitos soldados de las comunicaciones, Roberto, Beto y José Luis,
aparecieron en el vivac, felices y deseosos de arrancar con los QSO.
Como
había sobrado algo de locro y las cosas no están como para tirarlas, decidimos
que era irremediable viajar a cas otra vez, para poder llevar a frío las
sobras. A la vez eso me permitiría interiorizarme sobre el esta general de mi
vieja que, cuando salimos quedó algo triste. Así que con Fede de copiloto,
arrancamos muy temprano para La Falda. Compramos pan, dejamos el locro y
volvimos raudos al campamento. Ahí todo era acción. Beto estaba en 40 metros,
José Luis en digitales; en tanto de Nabor y Roberto ya tenían a medio cocer el
lechón. Rechoncho animalito que desde Marcos Juárez había viajado para que lo
saboreáramos en la expedición.
Puse
al fuego unas papas para una buena ensalada con huevos y ocupando el lugar de
Beto, probé en 10, 15 y 20 metros sin éxito. Renegué con Roberto porque hizo el
fuego justo al lado de mi carpa y bajo la risa de todos, preparé la picada.
Siendo
las 12:30 hs. Di alerta general y uno a uno se arrimaron a la mesa. Dimos
cuenta de salame, queso y queso de chancho, tomamos algo de vino y aprontamos
los platos y cubiertos. Media hora después, Roberto nos homenajeaba con el
lechoncito a dos fuegos. Una técnica que es muy usada en la zona sur de la
provincia y por nuestros hermanos de Santa Fe. Departimos y comimos de lo lindo
por espacio de una hora y media. La charla fluía entre nos, mientras con
lentitud pero constancia el pequeño “porquino” se desvanecía ante los tenedores
del grupo expedicionario.
Como
no podía ser de otra manera, también se sucedieron muchas charlas relevantes
sobre lo que estábamos haciendo, sobre el grupo y la actividad radial en
general. Y todo eso, nos fue llevando de una manera grata al momento del café.
Por lo que me dí vuelta para encender el caldero. Puse el agua y levanté la
mesa. En eso, tras de mi pasó Roberto con cara de circunstancia que no dejaba
ver nada de lo que estaba por acontecer. Me senté y repartí los sobrecitos del
producto Colombiano entre los amigos.
No
pasaron más de cinco minutos y Beto, que presidía la mesa en el extremo sur de
la misma, se levantó y corrió como ahuyentado por el espanto. El resto nos
miramos absortos pero sin saber acaso que significaba dicho desplante. Al
momento lo oí pasar dando grandes zancadas hacia la zona austral del balneario
por lo que aduje, que una imperiosa necesidad fisiológica lo estaba acuciando.
Realmente
la charla estaba tan amena que mis camaradas y yo nos olvidamos del tema, por
lo que mucho nos asombró que al rato, se escucharan gritos y carcajadas fuera
de la carpa. Eran Roberto y Beto, que debatían algo importante.
Cuando
ingresaron al reparo, nos enteramos que subrepticiamente Roberto sin hacer
ningún comentario se había marchado solitario hacia el sector bajo del curso de
agua, con la sana intención de darse un buen baño. Yo no lo recordaba, pero según testigos, había
comentado varias veces esa mañana que tenía intenciones de tal acción. Beto,
que estaba atento a la cosa, esperó que se acomodara en la “ducha” y presto le
tomó varias fotografías. El griterío era causa de la amenaza de Beto de subir a
nuestras imágenes digitales dicho material. A todas luces subido de tono.
Según
el buen Roberto, un expedicionario no tiene porque dejarse de bañar por estar
lejos de “las casas” así que pese a que solo se ahumó un poco en la cocción del
cerdo, dado que poco transpiró esos días, en una de sus caminatas divisó el
lugar exacto dónde darse el baño y obviamente; lo utilizó.
Mientras
estoy escribiendo este material, acabo de recibir una gruesa amenaza de parte
de mi amigo, para que quite en forma urgente las fotos mencionadas Ut Supra.
Según argumenta, dichas imágenes no son para exponer y me intima a quitarlas.
No voy a entrar en detalles, pero parece que lo más molesto no es que se pueda
apreciar su esbelto cuerpo; sino que en una de ellas se ve flagrantemente un
pintoresco slip amarillo patito. Y al parecer eso si no se debe mostrar. Claro
que no dudé un instante en quitar las imágenes; porque mi cariño, respeto y
amistad con Roberto así lo amerita; pero dado que éste documento es personal,
voy a colocarlas para que Uds. puedan verlo.
Como
había dicho más arriba, el café llegó a la mesa, nos reímos de la cuestión baño
y seguimos atentos en las bandas.
Roberto
y José Luis prestaban mucha atención a los 40 metros, porque trabajaban a la
vez digitales y fonía. Nabor hizo una barrida lenta en 10, 15 y 20 pero estas
bandas no tenían actividad alguna de momento. Por lo que entre todos
emprendimos el lavado de los trastos.
Con
toda la carpa acomodada y esperando que la propagación se haga presente, dimos
rienda suelta al descanso poblano. La siesta. Pero claro, algunos por una
extraña razón gozaron de la misma de maneras diferentes. Sea el siguiente un
modesto ejemplo de cómo descansan mis amigos del grupo.
Como
se pudo ver, nadie se dio cuenta de las fotos… sepan Uds. sacar conclusiones.
No
crean que yo no me eché un rato, claro que si lo hice, pero en la carpa,
tapadito y cómodo. Antes hice escucha en las bandas y todas estaban muy
cerradas, así que me dije… “ma si, total tenemos aún tiempo por delante” me
tiro un rato.
Entre
sueños escuchaba un griterío singular y risas muy compinches, pero seguí
entregado al descanso. Hasta que en un momento golpes en la mesa y otros gritos
me alertaron. Eran mis compañeritos de expedición que ante la falta de
propagación se enfrentaron en una mano de truco.
Por
lo que me puede enterar por el comentario de Fede, parece ser que Nabor les
hizo varias veces trampas en las anotaciones y por ello su equipo, salió
triunfante. ¡Cosas que pasan!
Cuando salí de mi aposento, eran las 17.30 hs.
Por lo que aproveché un poco más de hora y cuarto de siesta. En esos momentos
Nabor aprontaba el mate y el resto pasaba contactos al log, llamaba en 40 y
contactaba en BPSK 31. Así que luego de acicalarme un poco y vestirme, me
prendí en los 40 metros por un largo rato. Intercambiando cada tanto con Beto y
José Luis para deglutir algo o mojarme la boca.
Como
a las 20:30 Hs. Se presentó nuevamente la picada de rigor y aunque estábamos
atentos a la radio, dimos cuenta de lo que estaba servido primorosamente.
Luego
otro rato de radio, más charla y por último la cena. Otra vez el lechoncito se
acercó a la mesa y gustosos le dimos caza. Para cuando terminamos con él; el
reloj marcaba las 00:10 hs.
Salí
a hacer un pis y me percaté que la noche no era lo acogedora que fueron las
anteriores. Pese a que el día se presentó lindo, negros nubarrones cruzaban
agitadamente el cielo de esa madrugada, buscando el norte. Me llamó la atención
la humedad ambiente, porque era pesada, pastosa, pegajosa. Beto y Nabor
salieron también a curiosear y coincidieron conmigo que de seguro llovería.
Dimos
cuenta del café, tomamos unos Fernet con Coca y viendo que la propagación no
nos permitía nada más; cerca de las 02:25 decidimos dar por concluida la
jornada del sábado.
Dado
que la ingesta de líquido durante el día fue importante, las ganas de pis!!!
Fueron recurrentes en la noche para todos. Yo por mi parte le levanté a las
04:00 y las 06:45 Hs. El tiempo estaba feo, la bruma ocupaba el balneario y el
mucho viento imperante, hacía que las minúsculas gotas parecieren llovizna.
Pero no mojaba.
Me
zambullí en la bolsa de dormir y me
volví a desmayar. Entre sueños sentí que Nabor se levantaba y poco rato
después, me confidenciaba que estaba largándose a llover con ganas. Presté
atención y verdaderamente las gotas eran grandes y a todas luces se avecinaba
una lluvia fuerte.
Todo
el equipo se puso en estado de alerta y a los pocos minutos estábamos
debatiendo en la carpa como seguiríamos el día. Nabor subió a lo alto de la
loma y argumentó a su regreso que no se veía bien la tormenta, por otro lado en
realidad solo quedaban un par de horas de expedición porque habíamos convenido
en la noche que a las 16:00 hs. Nos marcharíamos, no sin antes comernos unos
chorizos a la pumarola.
Con
los mates que cebaba Nabor en nuestras manos, departimos un rato sobre que
hacer al respecto del clima. La lluvia por entonces golpeaba fuerte y se
presentaba como para quedarse todo el día. Roberto fue taxativo “Viejito… lo
hecho, hecho está” Ya cumplimos, hicimos radio por tres días y acumulamos
varios cientos de contactos. Levantemos todo, protejamos los equipos y luego
nos vamos. Todos estuvieron de acuerdo en tomar tal resolución, no quedaba
mucho por hacer esa mañana gris.
Lo
primero que hicimos, fue guarecer los equipos de radio y sus periféricos. Cada
uno se abocó a tu estación y los que no tenían nada armado de momento,
agruparon las cosas del campamento para poder cargarlas. Mientras tanto Nabor
seguía con el mate.
Fuimos
cargando en los autos lo más valioso de los equipos y dejamos para el Baquiano
lo de campaña. Aún Freddy no había llegado, así que tuvimos tiempo más que
suficiente para acomodar tranquilos. A eso de las 10:25 la lluvia paró y al
grito de aura de Beto, corrimos a desarmar los mástiles, antenas ya
descolgarnos de la electricidad. Solo pudimos estar secos unos 15 minutos,
porque nuevamente arreció una pertinaz llovizna y nos empapamos. Al rato,
Freddy llegaba a buscarnos, para poner fin a la experiencia grupal.
Cargamos
todos los elementos restantes, desarmamos la carpa y muy, pero muy felices,
partimos rumbo a mi casa en la ciudad de La Falda. Habíamos cumplido con todo.
La
caravana fue hermosa porque al mirarnos comprendíamos que absolutamente todos
estábamos felices, los autos atestados de cosas acreditaban que veníamos de una
expedición.
Llegamos
a casa cuando el mediodía daba lugar a unos tímidos rayos de sol, que poco
duraron. Descargamos y tratamos de acomodar en el garaje las cosas para que,
Dios mediante el lunes; pudiera secarlas y guardarlas en su lugar.
Freddy
se despidió de todos y cansino se subió a su móvil. Yo que estaba acarreando
cosas le espeté. Pará, dónde vas? Quédate a comer unos chorizos a la pumarola,
por lo que no tardó en rendirse al pedido. Beto ya aprontaba unos fernesones y
Roberto preparaba otra picada.
Entre
charlas y risas puse el disco al fuego y con la colaboración de Nabor arranqué
con los chorizos. José Luis cuidaba la fritanga, revolviendo cada rato y
Freddy, los entretenía con sus historias de viajes. Comimos pasadas las 14:00
hs. Y realmente si no fuera porque estábamos en casa y las paredes lo
indicaban, bien podríamos decir que seguíamos de expedición.
Llegó
otro café de Doña Beba y el momento de hacer números. Nos pusimos serios,
metimos la mano en el bolsillo y dejamos las cuentas claras, porque como dice
mi vieja, “Cuentas claras conservan la amistad”
De
última antes de la despedida, posamos para una foto del recuerdo con mi amigo
Freddy, el que por cierto pidió que le avisemos si hacemos alguna salida, dado
que quiere ser parte de ella.
Terminamos
los comentarios y nos abrazamos fortísimamente con Roberto, Fede y Nabor, ya
que ellos se marcharon inmediatamente. Beto y José Luis compartieron conmigo y
mamá otro café y charlamos sobre lo sucedido hasta que llegó la hora de que
José Luis tomara su ómnibus a Bs. As.
Nuevamente
los abrazos, los besotes cariñosos y la despedida de los amigos. Dábamos así
por concluido el trabajo que con mucho esfuerzo, cariño y devoción habíamos
realizado. Se terminaba la Expedición al Arroyo Los Quimbaletes del Grupo ECO
RADIO.
En
la ciudad de La Falda, Córdoba Argentina a los treinta y un días de mayo de
2012.
Héctor Oscar
Cousillas
LU3HKA
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